En menos de cinco meses, Juan Manuel Santos dejará de ser el presidente de Colombia. La historia juzgará su obra. Desde hace rato, en el país, la desfavorabilidad en las encuestas golpean su imagen. Sin embargo, a nivel internacional y como Premio Nobel de Paz, su prestigio es grande. Hoy, en plena recta final de la campaña electoral que definirá su sucesor y con la polarización en su más alto nivel, Santos defiende su mandato hablando de la estabilidad económica; la reducción de la pobreza; los logros en educación, salud, conectividad e infraestructura, entre otros temas y, por supuesto, el fin del conflicto con las Farc.
“La popularidad no me preocupa (…) el capital político es para gastarlo, no es para preservarlo. Uno tiene que hacer las cosas que son correctas, no lo que es popular. Después la historia reconocerá”, ha sido su respuesta cuando le cuestionan por la baja aprobación de su gestión. Otra cosa que ha dicho es que una vez esté por fuera del poder, se dedicará a sus cosas y dejará tranquilo a quien lo reemplace.
De hecho, en una carta pública a mediados de febrero, dirigida a su “sucesor”, el mandatario reflexionó sobre su labor diciendo que “ser presidente en el mundo de hoy es cada vez más difícil” debido a la “polarización, el triunfo –ojalá temporal – de las emociones sobre los argumentos, la inmediatez de las redes sociales, la rapidez con que cambia la tecnología, impone ritmos cada vez más exigentes y presenta nuevos desafíos en el diálogo con el ciudadano”.
Y le dejó este mensaje directo a quien lo vaya a reemplazar: “Tenga la absoluta seguridad de que no voy a interferir para nada en su trabajo.Yo ya tuve el inmenso privilegio de gobernar durante ocho años. Ahora es su turno”.
Muchos pronostican que, cuando deje la casa de Nariño, el hoy jefe de Estado se irá a vivir al exterior por un tiempo (hablan de Londres) y que seguramente se dedicará a dar conferencias por el mundo. Sin embargo, este fin de semana, en la instalación de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (Ipbes), en Medellín, reveló el que es, al menos por ahora, su deseo, pidiendo incluso trabajo.
“Yo, en cinco meses, estaré, después de ocho años, desempleado. He pensado qué hacer y toda la vida he querido ser profesor. Por eso, no voy a dar un discurso leído sino que daré una charla, a ver si algún rector me contrata dentro de cinco meses”, dijo, precisamente, ante un auditorio de cerca de mil personas, compuesto en su mayoría por rectores universitarios y de colegios.
Economista y administrador de empresas, con maestrías en Economía y Desarrollo Económico y en Administración Pública, su perfil es alto para ser un buen profesor. Pero dentro de los pronósticos hay quienes aseguran que en algún momento, el hoy primer mandatario tendrá también que dedicar un buen tiempo a defenderse en los estrados judiciales ante las demandas que ya están en curso y las nuevas que se le vendrán encima, curiosamente, por lo pactado en el proceso de paz, su principal obra.
Es el juego de la política y, como se dijo en un principio, la historia juzgará su mandato.
Fuente: elespctador.com