Desencanto.

Por: Andrés Villota

La multimillonaria campaña presidencial de Gustavo Petro fue prolífica en anuncios de propuestas fantásticas, ilegales, ilegítimas, grandilocuentes, irreales e irracionales que sirvieron para fijar, en la estratósfera, las expectativas de los ultrapetristas.

Expectativas rechonchas, regordetas, obesas porque han sido alimentadas desde el 9 de abril de 1948.

Los comunistas van a salvar a Colombia de todas las desgracias y de todos los problemas que los mismos comunistas se encargaron de crear con su violencia salvaje, troglodita, irracional y con su narrativa de la Crisis Eterna.

Altas expectativas que, al no ser satisfechas, generan un enorme inconformismo y un inmenso descontento social.

Los ultrapetristas, los furipetristas, los petrobestias, o como les quieran decir, pasaron de la ilusión, la esperanza y la euforia al desencanto, la frustración y la desesperación.

Gustavo Petro empezó a gobernar desde el día de su elección como presidente de Colombia, ordenándole al Fiscal General de la Nación que dejara en libertad a los terroristas de la Primera Línea, capturados todos, justo después que Sofía Petro Alcocer advirtió que, si no ganaba su papá (el de Sofía), Colombia iba a ser sometida, arrasada sin piedad por el terrorismo salvaje, troglodita, irracional.

La ansiedad de los ultrapetristas hace que, sólo setenta días después de su elección, empiecen a exigir que les cumplan con todo lo que les prometieron.

Muchos han esperado toda su vida por un reconocimiento, por un nombramiento, por un contrato que los saque de pobres, por una “corbata” o por la condonación de su deuda desde cuando hicieron una Maestría en Equidad de Género o un PhD en Justicia Climática.

Los ultrapetristas no han sido los únicos que van a reclamar sus trofeos de caza después que su líder supremo llegó al poder.

Patrisse Cullors, cofundadora y cabecilla del grupo terrorista Black Lives Matter (BLM), le envió una carta a Joe Biden a los pocos días de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre del 2020 para “ajustar cuentas” y recordarle a Biden y a Harris que “el pueblo negro ganó esta elección”.

Cullors quería reclamar la compensación burocrática y pecuniaria que consideraba justa por haber logrado el milagro de llevar a Joe Biden a la Casa Blanca.

A Patrisse Cullors no le dieron ningún cargo en la administración de Biden, ninguna Secretaría, ninguna Agencia y los otros terroristas de BLM fueron capturados y judicializados.

El desencanto se apoderó de los fanáticos seguidores y donantes de BLM cuando vieron que Patrisse Cullors se había apropiado del patrimonio del movimiento y, con esos muchos millones de dólares, se había comprado varias mansiones en lugares en los que no viven negros.

En este punto, existe un desencanto generalizado entre las hordas petristas que dejaron por fuera de la repartija del presupuesto nacional porque se les colaron las cuotas burocráticas de Roy Barreras, de Armando Benedetti, de las FARC, de César Gaviria, del M-19, de Ernesto Samper Pizano y de Juan Manuel Santos. El senador Gustavo Bolívar dijo que sabía la razón por la que la clase política tradicional colombiana estaba rodeando a Gustavo Petro.

Un profundo desencanto sienten, también, las madres cabeza de hogar que renunciaron a sus trabajos durante la semana anterior al 19 de junio del 2022 porque así se lo exigía un mensaje que recibieron por Whatsapp.

Presentar la liquidación y votar por Gustavo Petro eran los pre requisitos para obtener acceso a un ingreso vitalicio sin necesidad de volver a trabajar.

Desencanto sienten los jóvenes que ven cómo masacran, por doquier, a sus hermanos, compañeros, amigos, con un macabro promedio de casi una masacre diaria desde que Gustavo Petro se posesionó como presidente de Colombia, popularmente conocido como el “Presidente de la Vida”.

Los jóvenes, desencantados, se preguntan en dónde están los activistas que decían #NosEstánMatando, si ahora Colombia es conocida en el mundo como la “Potencia de la Vida”.

Desencanto sienten los aborígenes colombianos porque les están incumpliendo lo que les habían dicho los emisarios del Pacto Histórico y les había prometido la geronto Ministra de Agricultura que, en los últimos días, salió a aclarar que sí, que ella le pensaban quitar las tierras a sus dueños para regalárselas a ellos pero por las buenas, bruscos no.

Los campesinos que no tienen nada más que cultivar, diferente a la coca, según el mismísimo presidente Gustavo Petro, están muy desencantados porque por la coca que cultivan cada vez les pagan menos.

Desde que se acabaron las fumigaciones con glifosato, hay tanta, tanta oferta de coca que les están comprando, los grandes cárteles de la droga, el bulto de hoja de coca a los campesinos, en $1 dólar.

Desencanto sienten los colombianos al ver que todos los que se opusieron de manera vehemente a la reforma tributaria presentada por el ministro Alberto Carrasquilla en abril del 2021, son los mismos que hoy presentan y defienden una nueva reforma tributaria que grava el doble a todos los colombianos, que va a afectar de manera grave la generación de empleo, el desarrollo económico y la estabilidad económica en el corto plazo.

Desencanto le generó a todos los colombianos, ver que no se quisieran bajar el sueldo los congresistas de la bancada de gobierno, encabezados por las “Alexandrias”, como es conocida esa pléyade de congresistas ultrapetristas jóvenes inexpertas e ignorantes que guardan gran similitud con la forma, el fondo y el tono de Alexandria Ocasio-Cortez.

Desencanto, el de muchos militares porque a un civil, ex terrorista del M-19 como Gustavo Petro, le concedieron la Orden al Mérito Coronel Guillermo Fergusson, reservada para militares o civiles al servicio de ejércitos extranjeros.

Salvo que Gustavo Petro sea el ungido, el iluminado, el elegido para salvar a Colombia, encargado de exterminar el sistema corrupto que domina a Colombia desde hace más de 200 años y que actúe bajo las órdenes de la Gran Alianza Militar multinacional de la que ya hablan los ultrapetristas Teóricos de la Conspiración, el presidente Iván Duque, no debería haberle entregado esa condecoración.

Una encuesta publicada por Cifras & Conceptos mostró que los colombianos con mayor grado de escolaridad simpatizan con la Izquierda. En cifras quiere decir que solo el 0,025% del total de la población colombiana, los PhD, simpatizan con la Izquierda.

Yo, sin necesidad de realizar una encuesta, con base a lo que he visto durante 20 años como profesor puedo decir, sin temor a equivocarme, que los colombianos más inteligentes no simpatizan con Gustavo Petro.

También sienten desencanto, los que hablan usando lenguaje incluyente porque hoy son considerados por su familia y su grupo de amigos como unos perfectos incultos e incultas, majaderos y majaderas.

El gran logro de Gustavo Petro durante estos 70 días es que volvió vergonzante ser de izquierda, ser ultrapetrista. Hoy, nadie se siente orgulloso de ser ultrapetrista, les da vergüenza, pena ajena.

Por el contrario, en la calle, todos quieren pertenecer a la Oposición ciudadana, la de verdad, a la que no pertenecen los políticos tradicionales.

Gratamente sorprendido con el gran movimiento ajeno a la política tradicional que se está gestando y al que se unen, todos los días, los colombianos desencantados, especialmente, los jóvenes que han demostrado un nivel superlativo frente al coeficiente intelectual mostrado por las Alexandrias, por ejemplo.

En poco tiempo, el desencanto será la constante entre los colombianos, los ultrapetristas y el resto, los de mayor grado de escolaridad y el resto. Será provocado por el incumplimiento a gran escala de todas y cada una de las promesas que alimentaron unas expectativas vacías, sin fundamento, sin razón.

El colapso institucional, social y económico de Colombia, al que va a llevar Gustavo Petro en compañía del régimen tradicional significa la ruptura con siglos de dominación de esa minoría supremacista que necesitaba demostrarle a los colombianos toda su barbarie, su violencia, su decadencia, su bajeza, su corrupción que, si hubieran sentado en la Casa de Nariño a otro diferente a Gustavo Petro, jamás hubieran podido mostrar y probar.

Fuente: El Expediente